jueves, 10 de noviembre de 2016

Quiero ver el mundo arder

Hay días buenos, hay días malos y hay días meh.

Hoy es un día raro.
Esa es la definición perfecta.

Llevo dos noches sin apenas dormir, porque mi femineidad ha decidido que no es algo necesario. También ha decidido que no lo es comer, por lo que desayuno un café bebido y si puedo tomo algo de cena. Parece ser que el cuerpo ha tomado el control de sí mismo y pasa de mi. Pero no es grave. En un par de días volverá a su normalidad.

Esta semana es una locura.
¿Sabes cuando no tienes tiempo para hacer algo y quitas tiempo de otra cosa para que poder hacer cuadrar todo? Vale, pues ahora imagina que de todo lo que tienes que hacer, en ninguno de los temas tienes tiempo suficiente, así en todos, por lo que no puedes quitar de ninguno para dárselo a otro y entras en un bucle de dudas y estrés donde todo lo que quieres es ver el mundo arder.

¿Es tan grave? ¡¡Para nada!!

Pero amigho... Tú sólo puedes pensar en eso. Si alguien te habla te puede encantar, o le puedes odiar. Pasas de Narnia a Mordor, o incluso la mitad de tu cuerpo está en cada territorio. Piensas de forma casi lasciva en esas berlinas del Metadona, pero piensas en comer y te da todo el asco. Sólo pienso en salir de trabajar, llegar a casa y hacerme bolita en el sofá, esperando que me abraces y que, cuando me haya quedado dormida, me lleves en brazos a la cama. Pero ni puedes conmigo, ni existes. Y si vieras a abrazarme te llevarías un codazo. No quiero que me toques. Pero abrázame. Sin agobiarme claro. El otro día probé el tocino de cielo. Ahora me comería uno. Buff sólo de pensarlo me he empanzonado. Voy a ir a comprar las berlinas. Aunque en realidad acabaré comprando guacamole.

¿Sientes que nada de esto tiene sentido?

Así es. No tiene sentido. Pero así me siento cuatro o cinco días cada dos meses. Una regular, una mala. ¿Sabes lo que es sentir que no puedes controlar lo que sientes? ¿Lo que es que se te eches a llorar por la mayor nimiedad del mundo? En serio, he llegado a llorar a moco tendido porque se me cayera algo al suelo. O porque hacía calor. O porque no lo hacía. Logic not found.

Te sientes prisionera en tu propio cuerpo. Y sólo puedes esperar a que pase de la manera menos dolorosa posible, a base de jengibre, infusiones, antiinflamatorios y calmantes. Por cierto, el mejor calmante son todos esos dulces que has estado evitando, porque no quieres consumir azúcares refinados. Pero oohhh si, lo vas a hacer.

Conclusión: QUIERO VER EL MUNDO ARDER



Quiero ver el mundo arder

Hay días buenos, hay días malos y hay días meh.

Hoy es un día raro.
Esa es la definición perfecta.

Llevo dos noches sin apenas dormir, porque mi femineidad ha decidido que no es algo necesario. También ha decidido que no lo es comer, por lo que desayuno un café bebido y si puedo tomo algo de cena. Parece ser que el cuerpo ha tomado el control de sí mismo y pasa de mi. Pero no es grave. En un par de días volverá a su normalidad.

Esta semana es una locura.
¿Sabes cuando no tienes tiempo para hacer algo y quitas tiempo de otra cosa para que poder hacer cuadrar todo? Vale, pues ahora imagina que de todo lo que tienes que hacer, en ninguno de los temas tienes tiempo suficiente, así en todos, por lo que no puedes quitar de ninguno para dárselo a otro y entras en un bucle de dudas y estrés donde todo lo que quieres es ver el mundo arder.

¿Es tan grave? ¡¡Para nada!!



Pero amigho... Tú sólo puedes pensar en eso. Si alguien te habla te puede encantar, o le puedes odiar. Pasas de Narnia a Mordor, o incluso la mitad de tu cuerpo está en cada territorio. Piensas de forma casi lasciva en esas berlinas del Metadona, pero piensas en comer y te da todo el asco. Sólo pienso en salir de trabajar, llegar a casa y hacerme bolita en el sofá, esperando que me abraces y que, cuando me haya quedado dormida, me lleves en brazos a la cama. Pero ni puedes conmigo, ni existes. Y si vieras a abrazarme te llevarías un codazo. No quiero que me toques. Pero abrázame. Sin agobiarme claro. El otro día probé el tocino de cielo. Ahora me comería uno. Buff sólo de pensarlo me he empanzonado. Voy a ir a comprar las berlinas. Aunque en realidad acabaré comprando guacamole.

¿Sientes que nada de esto tiene sentido?

Así es. No tiene sentido. Pero así me siento cuatro o cinco días cada dos meses. Una regular, una mala. ¿Sabes lo que es sentir que no puedes controlar lo que sientes? ¿Lo que es que se te eches a llorar por la mayor nimiedad del mundo? En serio, he llegado a llorar a moco tendido porque se me cayera algo al suelo. O porque hacía calor. O porque no lo hacía. Logic not found.

Te sientes prisionera en tu propio cuerpo. Y sólo puedes esperar a que pase de la manera menos dolorosa posible, a base de jengibre, infusiones, antiinflamatorios y calmantes. Por cierto, el mejor calmante son todos esos dulces que has estado evitando, porque no quieres consumir azúcares refinados. Pero oohhh si, lo vas a hacer.

Conclusión: QUIERO VER EL MUNDO ARDER



sábado, 3 de enero de 2015

Préstame un libro

Si has recibido el enlace a este blog es porque quiero pedirte un favor.

Este año he decidido hacer un reto: "12 meses, 12 libros... prestados".

A lo largo de todo el año iré leyendo un libro al mes.
El año pasado intenté realizar este reto, pero por un problema médico tuve que dejarlo.

Este año vuelvo a la carga con el doble de energías.
Y para que no sea exactamente igual, quiero que los libros no sean míos, ni quiero comprármelos.
Quiero que sean prestados.

Quiero que 12 personas que, de alguna manera, sean interesantes para mi, me presten un libro.
Y tú eres una de esas personas.

¿Les he pedido exactamente a 12 personas que me presten un libro?
No.

¿Por qué?
Por que las palabras se las lleva el viento.
Y todos sabemos que algunas personas, por una razón o por otra, no podrán dejármelo.

¿Y si te juntas con más de 12 libros?
Bueno, pues en ese caso ya veremos que hacermos.

¿El libro puede ser parte de una saga?
Hombre, si es parte de una saga que sea el primero, que tampoco hay que ser cabrón.
En principio te diría que tú decides.
Igual que te diría que mejor no.
Miedo me da encontrarme con que todos me dejais sagas.
Pero tú eres quien decide.

¿Qué libro te dejo?
Tú decides.
Las únicas normas son que yo no me lo haya leído ya, y que a tú hayas disfrutado leyéndolo.


Que, ¿te animas a dejármelo un libro y ser "uno de los 12"?


Gracias de antemano